Reynaldo Dagsa, un concejal filipino, retrataba a la familia durante la celebración de la ruidosa Nochevieja filipina a las puertas de su casa en la localidad de Caloocan, un suburbio de Manila. No podía sospechar que ésta iba a ser la última foto que tomaría en su vida antes de morir tiroteado y que, en una esquina de la imagen, se iba a colar el inquietante retrato de su asesino. Cuando Reynaldo Dagsa apretó el disparador de la cámara, el criminal hizo lo mismo con el gatillo de su pistola. La imagen retrata así el instante previo a su propia muerte nota:elpais.com
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